Sistema estructural reticular
Introducción
Josefina Manrique

“atadura” punto femenino
punto de fuerza
núcleo de materia
radiación consciente”.

Gego.  Tantra, ca 1971

 

El primer volumen del Catálogo Razonado de Gego está dedicado a las obras tridimensionales realizadas por la artista entre los años 1969 y 1988 siguiendo el sistema estructural reticular, es decir, un método de creación basado en un tejido de redes y mallas metálicas. Comprende una variedad de obras que van desde Reticuláreas a Esferas, que fueron apareciendo en etapas según se producían las indagaciones de la artista sobre el espacio, la geometría y la experimentación de diferentes soluciones constructivas. Por consenso, estas obras han sido catalogadas como las más emblemáticas y distintivas de la artista, razón por la cual inauguramos el catálogo razonado de su obra con estas.

Sin embargo, hay que destacar que la utilización del sistema reticular no es exclusiva de las obras que componen este volumen. Toda vez que Gego se hacía de un sistema estructural específico, lo usaba en cada ocasión en que lo creía necesario, por lo que podemos ver obras de otras etapas con desarrollos reticulares (por ejemplo, Dibujos sin papel realizados con mallas, o Bichitos hechos con residuos de antiguas Reticuláreas).  Lo que diferencia las obras que conforman esta entrega del catálogo razonado de aquellas otras es que la retícula las singulariza y organiza formal, estructural y funcionalmente, en lugar de ser solo uno más de los tantos elementos que incluye la obra.

El término “sistema estructural” adoptado por Hanni Ossott[1] para describir el modelo que siguen las obras de Gego en sus diferentes etapas proviene de la arquitectura e ingeniería. En estas disciplinas se entiende como “sistema estructural” el marco físico en el que los elementos de un sistema interactúan y se comportan de modo concreto. Refleja un modo de trabajar, un campo de acción e incluye a los materiales. Aplicado a la obra de Gego podríamos traducirlo como los principios y reglas con los que Gego estableció el ordenamiento, composición y funcionamiento estructural y formal de sus obras en una determinada etapa de su trabajo.

El sistema reticular está caracterizado por la creación de redes y mallas que se vinculan por medio de enlaces de diversos tipos —flexibles o rígidos— formando módulos basados en formas triangulares o cuadradas. La exhibición evidente de los mecanismos que hacen funcionar las estructuras de sus obras permite descubrir de qué manera el tipo de enlace o atadura estipula la dirección y la modulación de los patrones del tejido, concibe tramas, soporta densidades y alberga otros elementos formales y estructurales de las retículas. De estas propiedades deriva la importancia y poder de las ataduras dentro de la estructura del sistema reticular.

De acuerdo a la artista, las Reticuláreas nacieron en sus dibujos[2]. Para el año 1968 ya se advertían en ellos como líneas sueltas que se desprendían del ordenamiento y dirección de las líneas paralelas que hasta entonces habían copado el dominio formal de su trabajo y que comenzaron a cruzarse. Pero es a partir de 1969 cuando sus dibujos trazan y tejen de manera manifiesta redes y mallas. Algunos mediante simples cruces de líneas rectas, otros con mallas formadas por líneas valorizadas, con cambios de dirección, modulaciones diversas y un apreciable énfasis e interés en los cruces entre las líneas que las articulan.

El desarrollo de la obra Reticulárea, una ambientación de redes y mallas creada en 1969 para el Museo de Bellas Artes de Caracas, fue el inicio del salto de las mallas en papel al espacio tridimensional. Nació de una malla individual y creció progresivamente durante meses, pieza tras pieza, hasta ocupar toda la Sala 8 del Museo de Bellas Artes de Caracas con redes hechas de alambres de acero, aluminio, hierro, entre otros materiales. Este carácter modular de su ordenamiento desde el mismo instante de su gestación fue probablemente lo que permitió la reutilización de sus piezas y la adaptación a nuevos espacios; incluso, la posibilidad de que sus componentes pudieran cesar su función dentro de la ambientación y adquirir fuerza individual fuera de ella, como obras autónomas totalmente separadas del contexto de la instalación. Igualmente, abre la posibilidad de tener un número infinito de conexiones entre las piezas, el espacio que las contenía y el espectador en cada nuevo montaje o edición de la Reticulárea.

Aunque la artista planificaba cuidadosamente los diversos aspectos del montaje mediante planos que señalaban el lugar de las piezas, la iluminación, los dispositivos de montaje o el tránsito de los espectadores, Gego también oficiaba como una artesana el tejido de sus redes e introducía constantemente cambios creativos y dinámicos a la trama, incluía piezas elaboradas in situ o excluía elementos.

A la creación de la ambientación Reticulárea le siguieron casi de inmediato la realización de Reticuláreas autónomas basadas, en primer término, en celdas de forma triangular y, posteriormente, de forma cuadrada. Estas Reticuláreas individuales presentaban una variada configuración en la medida en que la artista profundizaba en sus estudios sobre geometría. Algunas de ellas se suspenden desde lo alto, otras se sostienen de la pared como tapices. Unas exhiben sencillos patrones reticulares triangulares o cuadrados unidos por medio de enlaces en sus vértices, otras son complicados tejidos de módulos que combinan diversos poliedros en capas superpuestas enlazados por vértices o por aristas. Unas presentan formas acabadas, sistemáticas y serenas; otras son mallas irregulares que se curvan, zigzaguean y dinamizan el espacio circundante.

Gego amplía la aplicación del sistema reticular a la creación de obras en donde la geometría alcanza una práctica más rigurosa en formas más confinadas de figuras y perfiles identificables. Los Troncos (creados a partir del año 1974) y las Esferas (creadas a partir del año 1976) exigen de una organización de la geometría más ajustada y, en la mayoría de las ocasiones, de celdas y módulos repetitivos y regularizados. En los Troncos, la retícula se desarrolla de manera vertical en módulos dispuestos uno encima del otro, en un encadenamiento de eslabones poliédricos con enlaces complejos y variados. En las Esferas, módulos de base triangular se enlazan de manera que producen una figura esférica que en ocasiones contiene desarrollos reticulares internos, mientras que en otras el centro está vacío. Ello no contradice el hecho de que tanto en los Troncos como en las Esferas existan ocasiones en las que la circunspección geométrica se ve contrastada por excéntricos crecimientos reticulares o añadiduras materiales ajenas y singulares.

Observar el tejer, como práctica aludida en el amplio registro de obras de Gego que tienen mallas, redes o retículas, nos convoca al espacio y al ámbito del hogar, a lo femenino y cercano, a la paciencia y la repetición, al movimiento pausado del tiempo. Gego entrelaza líneas como urdimbre inaugurando espacios que arropan al espectador y le permite tránsitos. Sin embargo, manipula sus tramas alejada de decoros, perfecciones y modelos, elaborando patrones con ritmos propios a los cuales ocasiona, a su vez, alteraciones. Por esa razón se permite la transformación frecuente de sus obras, como si estas no pudieran concretarse de manera definitiva, siempre a la espera de otra atadura y un nuevo tiempo. El cambio, la transformación y el experimento serán curiosamente las constantes de su trayectoria como podremos apreciar de manera expresa en esta primera entrega del catálogo razonado de su obra.

 


[1] El término apareció por primera vez el texto “La Obra: espacio de un acontecer” de la poeta y crítico de arte venezolana Hanni Ossott  (1946- 2002) para el libro Gego del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en 1977. Esta perspectiva ha influido en mayor o menor grado el resto de los estudiosos de la obra de la artista.

 

[2] Véase: “Planteamiento de Problemas e intereses perseguidos” en Sabiduras y otros textos de Gego = Sabiduras and Other Texts by Gego editado por María Elena Huizi y Josefina Manrique, Houston: The Museum of Fine Arts and Caracas: Fundación Gego, 2005.